La ultraderecha: un proyecto de poder basado en la incultura y la exclusión

En los últimos años, hemos visto un resurgimiento preocupante de ideologías ultraderechistas en todo el mundo. Estas corrientes, lejos de ser un mero fenómeno político, representan un peligroso proyecto de poder que se sustenta en la desinformación, la incultura y la exclusión de los sectores más vulnerables de la sociedad. Este artículo explora cómo la ultraderecha busca mantener a la sociedad poco educada para consolidar su control, su falta de humanidad hacia los más necesitados, su uso de la violencia y su conexión con ideas pseudocientíficas como el terraplanismo.

La incultura como herramienta de control

La ultraderecha ha encontrado en la desinformación y la falta de educación una herramienta poderosa para mantener su influencia. Según un estudio del Pew Research Center, los sectores menos educados de la población son más propensos a apoyar discursos populistas y autoritarios. Esto no es una coincidencia: la falta de pensamiento crítico facilita la aceptación de mensajes simplistas y polarizadores.

"Una sociedad desinformada es más fácil de manipular. La ultraderecha lo sabe y actúa en consecuencia."

Además, la promoción de teorías conspirativas, como el terraplanismo o la negación del cambio climático, no solo refleja un desprecio por la ciencia, sino que también busca socavar la confianza en las instituciones y el conocimiento experto. Esto crea un caldo de cultivo perfecto para que las ideas extremistas florezcan.

Falta de humanidad hacia los más necesitados

La ultraderecha se caracteriza por su falta de empatía hacia los sectores más vulnerables de la población. Políticas migratorias restrictivas, recortes en servicios sociales y discursos que estigmatizan a los pobres son comunes en su agenda. Un informe de Amnistía Internacional denuncia cómo estas medidas afectan desproporcionadamente a mujeres, niños y minorías étnicas.

"La ultraderecha no ve personas, ve cargas económicas y amenazas a su visión de la sociedad."

Esta falta de humanidad no es casual, sino que forma parte de una estrategia para mantener el statu quo y perpetuar las desigualdades. Al culpar a los más desfavorecidos de sus propias circunstancias, la ultraderecha desvía la atención de las verdaderas causas de la pobreza y la exclusión.

Ultra derecha

El uso de la violencia y las dictaduras

La historia nos muestra que la ultraderecha no duda en recurrir a la violencia para imponer su visión del mundo. Desde los regímenes fascistas del siglo XX hasta las dictaduras modernas, la violencia ha sido una herramienta clave para silenciar a la oposición y mantener el control. Un artículo de Human Rights Watch documenta cómo los gobiernos autoritarios utilizan la represión para perpetuarse en el poder.

"La violencia no es un error en la ideología ultraderechista, es una característica inherente."

Además, la glorificación de figuras históricas asociadas con regímenes autoritarios es común en estos círculos. Esto no solo refleja una nostalgia peligrosa, sino también una voluntad de repetir los errores del pasado.

Discriminación y exclusión

La ultraderecha promueve una visión excluyente de la sociedad, donde mujeres, inmigrantes, homosexuales y otras minorías son vistas como amenazas. Según una encuesta de Europa Press, los discursos de odio han aumentado en países con fuerte presencia ultraderechista. Esto no solo genera división social, sino que también normaliza la discriminación y la violencia.

"La ultraderecha no busca construir una sociedad mejor, sino una sociedad más homogénea y sumisa."

Esta visión excluyente se refleja en políticas que limitan los derechos de las mujeres, persiguen a los migrantes y niegan la dignidad de las personas LGTBIQ+. Lejos de ser una postura legítima, esta ideología representa un ataque directo a los valores democráticos y a los derechos humanos.

Conclusión

La ultraderecha no es solo una opción política más, sino un proyecto de poder basado en la incultura, la exclusión y la violencia. Su objetivo no es mejorar la sociedad, sino mantener el control sobre ella, perpetuando las desigualdades y silenciando a quienes piensan diferente. Frente a esta amenaza, es fundamental defender la educación, la empatía y los valores democráticos. Solo así podremos construir un futuro más justo e inclusivo para todos.

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